En Francia, el máximo representante de la lucha contra el narcotráfico (Ocrtis), el comisario François Thierry, supervisó en octubre de 2015 la importación de 15 toneladas de haschich. Qué cada cual saque sus conclusiones sobre el objetivo: controlar el tráfico mediante una fracción considerable del consumo total anual (es la defensa del comisario) o bien, cómo en el caso del cuartel de la Guardia civil de Intxaurrondo, quebrar la lucha de clase en los barrios proletarios? (que se lo cuenten a los Chinos de hoy con su recuerdo de las guerras del Opio...)
Habitualmente el narcótrafico es asunto de delincuentes y basta: la culpa la tiene el enemigo del interior o de abajo, nunca el enemigo de arriba.
Es bien conocida la introducción de droga por la policia en los ghettos de USA a finales de los años 1960. Fue una de las artimañas para reventar la lucha de clases entonces y tratar de impedir su posible rebrote/organización.
Por otra parte está la represión del informante. Cuando su investigación consigue subir los peldaños de la responsabilidad estatal, el periodista ya no pertenece al cuarto poder y también se vuelve presa.
Cuándo la CIA llenó de drogas los barrios pobres de Los Ángeles (o la mala suerte de Gary Webb)
Ocho años antes, cuando trabajaba para el diario San José Mercury News en su formato digital, evidenció en una saga de artículos cómo la CIA en la década de 1980 vendió toneladas de crack en los barrios pobres de Los Ángeles, principalmente entre la población negra, y utilizó el dinero para sufragar las guerra de la Contra nicaragüense que trataba entonces de derrotar al gobierno sandinista en Nicaragua.
En los materiales reveló por primera vez cómo el flujo de cocaína se
originaba en las bases del ejército salvadoreño por aviones de ese país
hacia aeropuertos militares estadounidenses, donde era desembarcada bajo
protección oficial para ser repartidas a las organizaciones de
traficantes controladas por los servicios de inteligencia locales.
La serie documentó que jefes de la contra nicaragüense organizaron una red de traficantes en Los Ángeles y distribuyeron toneladas de cocaína a dos pandillas denominadas los crips y los bloods por medio del mencionado Ricky Ross. La cocaína era procesada y se le adicionaban sustancias químicas que incrementaban el volumen de venta y la nocividad al convertirse en crack. Mientras, la CIA y DEA miraban al otro lado.
La CIA respondió con una campaña total de descrédito contra Webb al reproducir la matriz de que sus investigaciones se basaban en pistas erróneas y teorías conspirativas sin objetividad. Los mayores órganos de prensa se sumaron a la maniobra principalmente el New York Times y el Miami Herald.
En una entrevista en 1997 le preguntaron a Webb las causas de su decisión de correr los riegos por su actitud de publicitar las acciones encubiertas de la CIA con el narcotráfico y respondió:
“Porque es la verdad. Eso es lo fundamental. Uno se dedica a una carrera periodística precisamente por esa razón . Si estuviera errado, lo admitiría, pero no lo estoy. La gente tiene que enterarse de estos hechos, no solo para entender lo que pasó, sino también porque hay que pedir cuentas . Se han cometido crímenes . Hay mucha gente presa por el tráfico de cocaína. Esta operación trajo miles y miles de kilos de cocaína a los Estados Unidos, a los ghettos. Y hasta la fecha no se ha pedido cuentas a nadie, los únicos que han pagado el precio son los que viven en esos barrios”.
Tuvo que abandonar San José Mercury News en 1997 y no consiguió trabajo en ningún medio importante, pero en 1999 retomó el tema y publicó un libro titulado Dark Alliance: The CIA, the Contras, and the Crack Cocaine Explosion (Alianza oscura: La CIA, los contras y la explosión de la cocaína crack) que renovó sus denuncias con impacto en la opinión pública mundial.
El tema motivó un informe del Inspector General de la CIA acerca del tráfico de droga realizado en la que exoneraba a la Agencia, pero la Cámara de Representantes estudió el tema bajo la dirección de Porter Goss, jefe del Comité de Inteligencia, quien determinó en una corta audiencia que las alegaciones eran “falsas”. Posteriormente, en 2005 Goss fue nombrado Director de la CIA por la administración Bush.
Poco antes de morir a los 49 años, Webb le comentó a un amigo que era vigilado y una noche sorprendió a varios individuos huyendo por las cañerías externas de su domicilio con gran rapidez, sin que le robaran nada en el apartamento, por lo cual consideró eran agentes oficiales con el fin de registrar su computadora. En el momento de su muerte Webb se encontraba preparando una nueva investigación sobre la conexión narcotráfico CIA. Eso selló su trágico destino.