Con una mirada particular cargada de compromiso y crítica social, Vilageliu, parte esencial del colectivo Yaiza Borges, compone este cortometraje de inspiración surrealista en el cual los acontecimientos se relacionan de un modo subterraneo en torno a la vida en un barranco y sus gentes. El relato contado por capas, como si de los estratos geológicos del barranco se tratara, indaga sobre el devenir del territorio en un ejercicio de crítica a la espectulación urbanística y de cómo las ideas de desarrollo moderno flaquean cuando hay problemas estructurales y latentes en las capas inferiores de la sociedad. En este trabajo se revela en toda su crudeza el olvido y la dejadez con la que es tratada la vida en este espacio, nos habla del infortunio del lugar y de sus habitantes destinados al letargo social y a una condena de abandono. El título explícito, Los barrancos afortunados, es una clara alusión al eslogan de campaña de la promoción turística que pretendía situar a las Islas Canarias como el paraíso consumista de los puertos francos. Una imagen de postal, Las islas afortunadas, que no conforma la realidad del archipiélago y que encierra un sarcasmo cruel donde se esconden problemas latentes a punto de estallar.
La marcada estética experimental del catalán Josep Vilageliu crea un imaginario propio fuera de convencionalismos y expande los límites del lenguaje cinematográfico. El artista ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el contexto canario (texto de presentación del video en la exposición "Concretos" del TEA de Santa Cruz de Tenerife, 7/10/22-8/10/23).
